Elegir el tipo de parto no es una decisión que debería tomar solo la embarazada y su pareja sino que debería hacerse en conjunto con el especialista en obstetricia que le controla la gestación, ya que no solo hay que pensar en los deseos de la mamá, sino en lo que es mejor para la salud del bebé y la futura mamá.
Las mujeres puede que tengan diferentes concepciones acerca de los tipos de parto, ya sea por experiencias anteriores, historias de conocidos o lo que pudo investigar. Lo cierto es que no hay un tipo de parto bueno ni otro malo, solo se debe practicar el indicado para cada tipo de gestación. Lo mejor es hablarlo con el médico, quien le indicará qué es lo más beneficioso en cada caso.
Los tipos de parto
El parto natural o vaginal es aquel que se desencadena naturalmente, comienza con el trabajo de parto caracterizado por contracciones que llevan a la dilatación del útero. En algunos casos se practica una episiotomía (incisión quirúrgica en la zona perineal) para ampliar el canal de parto y evitar desgarros. Luego el bebé es expulsado gracias a los pujos de la mamá y la placenta sale luego, unos 10 o 20 minutos más tarde.
El parto natural también puede ser inducido y está indicado cuando existe alguna patología materna o fetal, o cuando se hayan completado las 41 semanas de embarazo y no se inicia el trabajo de parto por sí solo. Consiste en estimular las contracciones uterinas con medicación “por goteo”. Su indicación depende de cada especialista y de las condiciones del cuello del útero.
La cesárea es aquel parto por el cual se realiza una incisión en el abdomen y en el útero de la mamá para extraer el o los bebés. Está indicada para casos en los que la mamá haya tenido una cesárea anterior, o cuando el bebé viene de cola o tiene alguna patología que hace que sufrirá con un parto natural, embarazos múltiples, así como también para casos en los que la madre sufre de cardiopatías, estrechez pelviana, cicatrices uterinas, entre otros.