El útero ha alcanzado ya el máximo de su tamaño, unos cuarenta centímetros.
Es alrededor de la trigésimo primera semana de embarazo que tu vientre empieza a adquirir una forma más redondeada. Dormir empezará a ser una tarea algo más ardua ya que tu tamaño ha aumentado de tal manera que encontrar una posición cómoda se complica. Búscala y descansa pues ahora es cuando las emociones están más a flor de piel, cuando sientes que el final del proceso que lleva ya tantas semanas gestándose en tu interior está cerca de terminar, y esas emociones se transmiten a tu futuro hijo, que es mejor que empiece su nueva vida en el exterior con sensación de tranquilidad.
También puede que te cueste más respirar, pues el útero ya hace algún tiempo que ha podido empezar a empujar a tus pulmones. No te asustes porque es normal, como también lo son las pequeñas molestias de estómago. Es mucho mejor que hagas cinco o seis comidas al día en lugar de pocas demasiado abundantes. Ayuda a tu organismo a finalizar la gestación de la manera menos incómoda posible.
De tus pechos comenzará a salir lo que después será leche. No aprietes ni te preocupes, es calostro, la antesala a la futura alimentación de tu bebé. Tus pies continuarán hinchados y las hormonas revolucionadas pero todo esto ya lo llevas aprendiendo unas cuantas semanas. La pesadez también es debida a que el volumen de sangre que corre por tu cuerpo ha aumentado hasta casi un 50 por ciento más. La fatiga pues, es lo más representativo de este octavo mes.
Las pruebas médicas de estos momentos pasan de las ecografías a los cultivos vaginales, todo orientado a tener un perfecto estado físico para cuando llegue el momento del alumbramiento. Todo lo que te pase estará dentro de lo normal a menos que sangres mucho, te sientas especialmente mal, se te borre la vista, tengas calambres o tengas más de cinco contracciones por hora. Si algo de esto ocurre ve al médico lo antes posible para consultarle.
En la semana treinta y dos el bebé empieza a coger la posición de salida. Su cabeza debe empezar a estar boca abajo, hacía la pelvis. Ya podría sobrevivir fuera así que en caso de un parto prematuro no pasaría nada. Aunque lo habitual es que aún le queden entre cinco o seis semanas de formación para alcanzar el peso y desarrollo perfectos para la vida real.
En la trigésimo tercera semana tus nervios aumentan y el bebé ya se piensa que hasta sueña cuando duerme. Está casi preparado, su piel empieza a adquirir color y su epidermis está cubierta de grasa. En las semanas que quedan crecerá mucho más, pero sólo de peso y de tamaño, pues su organismo ya esta formado. Puede que ya no sólo notes sus movimientos sino que sean visibles para los demás. En ocasiones se puede distinguir sin problema un pie o un codo, pues se mueve más de lo habitual. Su inquietud se debe a que se acerca el momento de salir.
Entre la semana treinta y cuatro y la treinta y cinco ya empiezas a pensar que todo lo que te pasa son síntomas de parto. Ten claro que cuando estés dando a luz serás capaz de entender las señales que lo anuncian. Los huesos de su cabeza son flexibles, para facilitar la salida.
Sus medidas superan los 45 centímetros y su peso ya es de más de dos kilos y medio.