Cada mujer tiene su peculiar manera de convertirse en madre. Para comprender el estado psíquico de la embarazada es preciso considerar una serie de factores, que van desde su madurez emocional, sexual y afectiva, hasta aquellos de tipo económico y social, sin olvidar la salud física y la situación familiar, en especial la relación con su esposo.
El pasado emocional es muy importante. Hay mujeres que se presentan como maduras para afrontar su maternidad y, sin embargo, en el inconsciente conservan pensamientos mágicos infantiles, muchos de ellos incluso peligrosos. Cuando el deseo de la maternidad es lo suficientemente fuerte para calmar los temores, la situación es armónica.
Otro aspecto importante de destacar es la relación con la madre, muchas veces la madre desempeña un papel fundamental en la conducta de la hija embarazada cuando está joven e inmadura, ya que estas chicas dependientes van a los controles prenatales junto a su madre y es como si le cedieran toda la carga emotiva que supone la maternidad a la futura abuela, y a su vez, la madre de la joven embarazada experimenta la vivencia de un embarazo imaginario. Sin embargo la mayoría de las jóvenes embarazadas la misma maternidad es un gran impulso para lograr la madurez emocional y madurez psicológica que lleva a su vez confianza en sí misma, independencia, criterio claro y realista para apreciar las etapas de su vida y afrontar sus responsabilidades, además de alcanzar la capacidad para tomar sus propias decisiones y perseguir su voluntad para lograr lo que busca.
Se puede decir de una manera general, que la embarazada tiene una psicología peculiar que va evolucionando con cada período de su embarazo, y se vincula íntimamente con la evolución física. En fin, no se sabe que reacción, pensamiento o acción pueda tener la joven embarazada, lo que si está claro es que luego de este proceso habrá una nueva adaptación personal positiva.
