Aumentan los cambios hormonales en la mujer.
Una de las cosas que percibirás es que tu corazón va más rápido. No son los nervios, es un desarrollo natural. Ahora bombeas sangre para dos, tienes que hacerla llegar al útero, a la placenta y al bebé, así que tu frecuencia cardiáca será de diez pulsaciones más por minuto.
Tus hormonas se revolverán. Estás preparándote para albergar a un ser y eso no es cualquier cosa. Tendrás cambios de humor y sensaciones extrañas. A partir de esta sexta semana de embarazo tus cambios físicos empezarán a ser más obvios. No sólo lo notarás tú, con naúseas, vómitos (sobretodo a primera hora de la mañana), congestión de nariz, aumento de la frecuencia de visitas al baño, etc. También lo notarán quienes te rodeen, te crecerán los pechos, tu barriga empezará a coger forma (muy sutilmente aún), puedes tener mareos causados por la bajada de azúcar (en embarazadas es frecuente la hipoglucemia) o por bajadas de tensión.
Tu no lo sabes ni lo percibes pero el cordón umbilical ya está formado y la comunicación con tu hijo ya es total.
En tus visitas al médico el primer trimestre a penas te realizarán análisis de sangre y orina, una primera exploración, que será la única en todo el embarazo y una ecografía temprana. Los controles de peso y tensión serán constantes, en cada una de las visitas que hagas, y es recomendable que tú también lleves un control sobre eso en tu casa.
En la séptima semana de embarazo aquello que tiene el tamaño de una lenteja ya es un feto. En sólo una semana ha crecido más del doble pasando de los 5 milímetros hasta el centímetro. Se produce además lo que se conoce como neurogénesis, el proceso de división celular que produce neuronas. El bebé tendrás así mil millones de ellas que le acompañarán toda la vida. Es ahora, y en la octava semana, que sus piernas y brazos empiezan a tomar forma, hay unos puntitos en ojos, orejas y nariz, ya tiene párpados y labio superior y es posible ver su esqueleto a través de su piel, que es translucida. En la octava semana seguirá creciendo, pudiendo alcanzar ya los dos centímetros. Hasta ahora tu futuro bebé se alimentaba del saco vitelino, pero ya todo lo que ingiera vendrá de ti. La placenta acaba de asumir su papel, la de nutrirle a través del cordón umbilical que os une hasta el parto.
Lo quizá más reseñable en este segundo mes es que tu empiezas a ser consciente de que tu útero está creciendo a la misma rapidez que el feto. Si piensas que es mucho no lo creas, pues más será aún según vayan avanzando las etapas. Aumentará, durante nueve meses, desde los seis centímetros hasta los 30 y pasará de los 50 gramos de peso hasta casi el kilo. Los órganos que lo rodeán se irán adaptando y dejándole hueco mientras que la pared del vientre, que es elástica, irá creciendo para albergarlo. Los demás no notarán tus cambios físicos hasta quizá el quinto mes, pero es desde ya que tú sientes que están pasando.




