Otro de los métodos un poco ortodoxos que tenemos para combatir los dolores reumáticos son los cataplasmas.
La aplicación de cataplasmas es adecuada en casos de reuma articular no inflamatorio, también se recomienda aplicar en contracciones musculares debidas al reumatismo de las partes blandas, para la lumbalgia, síndrome cervical y síndrome lumbar.
Los cataplasmas se encuentran en venta en farmacias y su aplicación es simple y sencilla. Basta con calentar el cataplasma siguiendo las indicaciones de uso y luego se coloca sobre la zona dolorida, por supuesto se debe cubrir con una toalla, lo que evita que se enfríe rápidamente.
Cuando el cataplasma se haya enfriado se puede retirar.
El emplasto de arcilla actúa como un elemento antiinflamatorio y además reduce considerablemente la hinchazón, esto se debe a que la arcilla debido a sus componentes minerales tiene la particularidad de absorber el calor y almacenarlo.
Los emplastos de arcilla son muy útiles en casos de inflamación y son recomendados para descongestionar contusiones y torceduras.
La elaboración de un emplasto de arcilla es muy sencilla, basta con mezclar 500 gramos de arcilla en polvo con agua fría, una vez que obtenemos una pasta densa y espesa homogénea la depositamos sobre un paño de lino húmedo y se debe cubrir con un tul o gasa.
Quedará una especie de paquete que se debe aplicar sobre la zona dolorida y también cubrimos con una toalla grande.
Las aplicaciones de emplasto de arcilla producen una gran sensación de frescor sobre la zona aplicada, se recomienda además untar la zona antes con alguna pomada antiinflamatoria.
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