Se ha demostrado que la presencia de niveles elevados de estrés puede producir efectos perjudiciales que provocan que el deportista sea más vulnerable a las lesiones (déficits atencionales, cansancio y agotamiento anticipados, etc.). Esto es debido a que quizás las diferentes situaciones que nos provoquen estrés pueden acarrear…
- El estrés debilita el sistema inmunitario del organismos y lo vuelve mas vulnerable
- que el deportista busque la lesión de una forma inconsciente como válvula de escape de la situación de estrés en la que se encuentra sometido.
- El estrés provoca niveles de activación elevados que reducen el enfoque atencional del deportista, o también puede provocar déficits atencionales producto de una activación muy baja.
- El estrés puede provocar una sobreactivacion muscular específica que puede dificultar la flexibilidad y la coordinación motora, dificultando los movimientos aumentando la vulnerabilidad a las lesiones.
- El estrés puede provocar la presencia de comportamientos incontrolados agresivos y de riesgo físico.
- El estrés puede provocar que los deportistas busquen el control de las situaciones estresantes propiciando excesos de entrenamiento que pueden resultar muy perjudiciales.
- Cuando el ejercicio físico sirve para aliviar síntomas de estrés ajenos a la práctica deportiva (por ejemplo estrés laboral o familiar) es habitual que se produzcan abusos cuantitativos o cualitativos que aumentan la vulnerabilidad a las lesiones.
Estudios sobre el estrés y las lesiones deportivas
Existen diversos estudios que han investigado la relación entre el estrés y las lesiones deportivas:
G. KERR y H. MINDEN (1988)
Evaluaron la presencia de eventos vitales estresantes y la proximidad de la competición con gimnastas olímpicas y promesa de Canadá y lo relacionaron con la aparición de lesiones y con el tiempo de recuperación.
Llegaron a la conclusión de que casi la mitad de las gimnastas que se lesionaban, lo hacían durante la semana anterior a la competición, y el 40% de ellas se producían el mismo día de la competición (pocas horas antes de comenzar). En presencia de situaciones vitales estresantes, las lesiones eran más numerosas y graves, siendo además su tiempo de recuperación mucho mayor.
La suma de situaciones estresantes (acontecimientos vitales y competición deportiva) puede aumentar todavía más el riesgo de lesiones.T. A. PETRIE (1993)
Realizó dos investigaciones con muestras elevadas de jugadores de fútbol americano universitarios. Diferenció entre jugadores titulares y jugadores suplentes y observó la posible influencia de los estímulos estresantes característicos de ambos (mayor exposición a ser evaluados, mayor responsabilidad, etc. en los titulares y mayor incertidumbre, falta de confianza, etc. en los suplentes).Primera investigación (1993): Observó una relación entre la presencia de estímulos positivos vitales relacionados con la actividad del deportista (alcanzar la titularidad, ser más seguido por los medios de comunicación, tener un puesto de responsabilidad en el equipo, etc.) y la aparición de lesiones. Estos cambios vitales positivos pueden llegar a ser estresantes (puede propiciar mayor vulnerabilidad al estrés y, del mismo modo, a las lesiones), debido a la novedad que suponen y, por lo tanto, a la necesidad de adaptación que conllevan.
Segunda investigación (1993): El mayor número de lesiones y el tiempo perdido por estas se relacionó con la presencia de estímulos negativos vitales (muerte de un familiar, etc.). En ambos estudios, los resultados fueron significativos únicamente en el caso de los jugadores titulares, pero no en el de los suplentes.
Con ambos estudios llegó a la conclusión de que todos los cambios vitales (y no sólo los negativos) pueden ser estresantes y por lo tanto perjudiciales para el deportista.