Es una inflamación de unas bolsas llamadas bursas.
Todo el cuerpo humano está repleta de ellas. Hay unas 150 en total pero las más afectadas suelen ser aquellas que están expuestas a movimientos más repetivos, es decir, las de las caderas, rodillas, codos, etc. Están en el cuerpo con el objetivo de evitar fricciones e irritaciones entre las articulaciones y ayudar al movimiento normal de las mismas.
No se conocen bien las causas de por qué se produce. Puede ser alguna infección, artritis o simplemente por el mismo movimiento repetido. Lo más frecuente en sufrir esta dolencia es el hombro, pero cualquier parte con bursa es susceptible de tenerlo.
El diagnóstico es fácil porque el paciente empieza a serntir dolor y tener incapacidad para realizar determinados ejercicios o movimientos que antes podía hacer sin problemas. Aparece también una inflamación y la zona de la bursitis está más sensible. En ocasiones puede dar fiebre, como respuesta al dolor.
Los tratamientos son variados y dependen de la intensidad del problema. Muchas veces puede desaparecer sin que se tome ninguna medida al respecto. El tratamiento más básico depende de descanso e inmovilización temporal de la articulación, antiinflamatorios, técnicas varias de fisioterapia para mejorar el movimiento o tablillas de frío y calor para aliviar el dolor. Si la bursa esta infectada es necesario extraer el líquido (drenaje quirúrjico) de la misma y tomar antibióticos recetados por el médico.
Hay dos tipos de bursitis, la aguda, en la que la zona afectada tiene un color rojizo y una temperatura superior al resto del cuerpo y la crónica, que es reincidente y puede producir debilidad de la zona y atrofia del músculo.