Al realizar un masaje se utiliza la fuerza. De la intensidad o suavidad con la que se aplica un masaje dependerá la llegada positiva o no a los puntos esperados de la manera necesaria. La profundidad del masaje puede actuar sobre varios puntos desde la piel hasta los músculos, los tendones que hay en las articulaciones y sobre los mismos órganos o sobre la médula ósea. Para llegar a estas zonas no solo es importante la técnica que se utilice sino la fuerza ejercida al utilizarlas.
El masaje principalmente debe producir relajación en el otro. Si se realiza una fuerza excesiva se producirá dolor, esto tensionará a la persona y la alterará desde el estado mental hasta el físico, generando una resistencia. Si la fuerza es muy débil el masaje perderá eficacia y su función no se cumplirá.
Consejos para utilizar la fuerza adecuada
- La fuerza y el tipo de masaje elegido deben ser continuos, generando confianza y relajación en el receptor.
- Comenzar con suavidad y aumentar la fuerza paulatinamente.
- Comenzar el masaje desde las zonas superficiales hacia las profundas.
- Volver de las zonas profundas a las superficiales para eliminar el estancamiento de Qi y de Sangre.
- Mantener las manos relajadas al realizar el masaje.
- Comenzar la fuerza desde la muñeca al utilizar los dedos.
- Utilizar todo el cuerpo para producir fuerza y no solamente la fuerza muscular.
Al seguir estos consejos, la fuerza en el desarrollo del masaje acompañará el objetivo del mismo generando armonía y placentero bienestar a la vez que se trabajan los desbloqueos energéticos o físicos. Es importante experimentar como masajistas los beneficios de utilizar la fuerza desde todo el cuerpo para generar un fluir armonioso con el movimiento, sintiendo así, menos cansancio al realizar el trabajo y permitiendo un contacto fluido con la fuerza que se ejerce.




