Los tratamientos con frío y calor suelen tener muy buenos resultados para las personas que padecen dolores. Las lesiones musculares, por ejemplo, pueden tratarse aplicando alguno de estos dos métodos, que como mínimo suponen un alivio temporal. También se utilizan a menudo para los dolores de espalda, ya que son especialmente efectivos para aliviar las inflamaciones o las contracturas.
La efectividad de los tratamientos con calor se basa en el hecho de que con la aplicación de calor las venas se dilatan y la sangre circula de forma más fluida. Así se consigue aumentar la sangre que pasa por el músculo, se oxigena mejor y se recupera más rápidamente. Los tratamientos con frío, en cambio, funcionan debido a que el frío contrae las venas, reduciendo de esta forma la inflamación.
Estos dos tratamientos se utilizan muy a menudo en fisioterapia. No suponen una cura definitiva de la fuente de los dolores, pero sí un alivio temporal. De todas formas, ante un dolor inusual se recomienda siempre visitar a un especialista.
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