El monóxido de carbono es un óxido altamente peligroso si se adhiere directamente. Este óxido surge de la combustión incompleta de sustancias como gas, carbón, petróleo o gasolina. Su fórmula química es CO, y es un gas inodoro, incoloro, inflamable y tóxico.
Otros objetos que pueden llegar a desprender monóxido de carbono, son objetos de hogares como estufas o calefactores que no funcionan bien, o los mismos coches parados y con el motor encendido.
En los cigarros, el monóxido no debe de utilizarse en proporciones altamente peligrosas, pero en bajas proporciones hace que se dificulte la oxigenación de las células, lo que provoca dificultades a la hora de respirar o de que el oxígeno fluya bien por las venas y el sistema respiratorio. Lo que hace con el sistema respiratorio es que bloquea la hemoglobina, algo que conlleva que se bloqueen los hematíes.
El cuerpo humano puede llegar a eliminar rápidamente esta sustancia al poco tiempo, sobretodo si se hace ejercicio, por lo que es normal lo que le pasa a muchas personas que a los pocos días de dejar de fumar sientan una fuerza más grande en su cuerpo debido a la limpieza de esta sustancia.
La concentración media de monóxido de carbono que se encuentra en un cigarrillo es de entre 20 y 60 mg, lo que viene a significar entre el 3 y el 6% en lo que se inhala en el humo. A aparte del respiratorio, se pueden tener problemas vasculares, y en el sistema nervioso o el corazón.




