El árnica se caracteriza por la roseta que forman sus hojas, por sus flores alegres y vistosas y por sus frutos pardos. Las raíces negras y fibrosas tienen sabor amargo.
En tiempos remotos el árnica era conocida como planta curativa y utilizada contra las enfermedades de las vías urinarias, parálisis, tos convulsiva, disentería, hemorragias y reumatismo.
El árnica contiene un aceite volátil, principios amargos y taninos. Debe tenerse mucha cautela con su uso porque las sobredosis llevan al envenenamiento. Su tintura se aplica externamente sólo en casos de golpes, heridas, caídas y contusiones. También se suele aplicar en el tratamiento de la epilepsia, náuseas y también sobre el cuero cabelludo pues se cree que favorece el crecimiento de los cabellos.
Uso medicinal contusiones y torsiones Verter 20 gramos de raíces y flores de árnica en un vaso de alcohol, dejar macerar durante diez días, filtrar y guardar en una botella pequeña bien cerrada. En el momento que se va a utilizar, disolverla en medio litro de agua, mojar pedazos de tela y aplicarlos sobre las contusiones o torsiones sin heridas. Las compresas se deben renovar varias veces. Cataplasma: hervir en poca agua un puñado de flores de árnica, extender la decocción sobre un pedazo de tela y aplicarlo en la región afectada. Es muy eficaz para eliminar hinchazones provocadas por caídas y golpes. Estomago
Infusión: colocar en dos vasos de agua hirviente y azucarada 2 gramos de flores de árnica. Beber una tacita antes de las comidas.
Este medicamento puede, si es ingerido en exceso, provocar náuseas, por eso se debe utilizar bajo control médico.
Forúnculos
Mezclar 14 gramos de extracto de árnica (se vende en las farmacias) con 20 gramos de miel. Cuando la pasta adquiera una consistencia densa, aplicarla sobre los furúnculos y recubrirlos después con una gasa. Jamás debe aplicarse sobre furúnculos abiertos.




