Una radiografía también puede ser indicada por el profesional, para así poder determinar la ubicación de los espolones óseos u otras anormalidades. El MRI y CT se utilizan en algunas ocasiones para este propósito. En raras ocasiones, pero a veces es necesario, realizar un mielograma, esta prueba funciona mediante disparos de medio de contraste en la columna vertebral, el tinte se ilumina con la tecnología de imagen para poder indicar la presencia de alguna anormalidad.
Los tratamientos más conservadores incluyen la reducción de la inflamación y del dolor con productos de venta libre o medicamentos recetados por el médico, si es necesario. Las bolsas de agua caliente y las bolsas de hielo se pueden utilizar para reducir el dolor y la inflamación. Cuando la persona presenta un dolor intenso, se recomienda reposo por un período breve (uno o dos días), seguido de un período de actividad limitada (también se pueden recomendar breves períodos de ejercicio ligero controlado).
La terapia física también puede ser indicada, para ayudar a aumentar la flexibilidad, la movilidad y fortalecer los músculos en el cuello, la espalda, los hombros y la zona del estómago. Los ejercicios para tratar la espondilosis cervical se centrarán en la zona del cuello, mientras que los ejercicios para tratar la espondilosis lumbar se centrarán en la espalda.