La primavera ya se ha dejado notar. Las temperaturas suben y la naturaleza cambia. Son muchas las personas que reciben de manera positiva esta época del año, pero también son muchos los que, con la llegada de la primavera, sienten un mayor cansancio del habitual, se encuentran sin fuerzas para comenzar el día e incluso con un estado anímico muy bajo. Estas personas sufren lo que popularmente se conoce como astenia primaveral.
La astenia primaveral es un trastorno leve y pasajero que se produce cuando nuestro cuerpo no consigue adaptarse de forma adecuada a los cambios que conlleva la nueva estación. En medicina se define astenia como una sensación de fatiga y falta de vitalidad generalizada, tanto física como psicológica, que se acompaña de una pérdida de motivación y de interés por el entorno. Los síntomas habituales son: cansancio, irritabilidad, falta de apetito, tensión arterial baja, poca vitalidad, debilidad muscular y dolor de cabeza acompañado malestar general. Estos síntomas pueden durar unos días o unas semanas, aunque nunca más de tres.
La Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SEMFyC) considera que la astenia primaveral «no es una enfermedad en sí, sino un pequeño trastorno adaptativo motivado por el cambio de estación y la hora, y el aumento de la luminosidad». Se trata de un trastorno normal derivado de los cambios horarios y meteorológicos a los que tiene que adaptarse el cuerpo con la llegada del verano.
Los expertos no recomiendan ingerir ningún tipo de fármaco para paliar los síntomas de la astenia primaveral. Como sucede siempre, en estos casos lo mejor es la prevención. Llevar una vida ordenada, dieta equilibrada, dormir las horas necesarias o practicar ejercicio moderado pueden ayudarte a sentirte mejor si sufres esta dolencia.




