Su historia se remonta hace unos 4.000 años en el antiguo Egipto, la talasoterapia proviene de las palabras griegas para thalasso (agua de mar) y therapeia (para sanar). Thalassa era la personificación griega del mar Mediterráneo que los rodeaba y les dio gran parte de su sustento. Thalassa fue el creador de toda la vida del mar, y algunos incluso dicen que era la madre de Afrodita.
Aunque los centros de talasoterapia están volviendo a estar de moda, con balnearios de todo el mundo que ofrece especialidades como masajes afusión, la talasoterapia tiene una larga historia.
Las primeras referencias del uso del agua de mar para sanar provienen de los antiguos romanos en el siglo V AC Durante los siglos siguientes, se construyó muchas instalaciones curativas (las primeras versiones de lo que hoy conocemos como spas) cerca de las costas y aguas cálidas y frías. Los egipcios y los griegos también hicieron sus spas y templos cerca de la costa, y tomar las aguas de mar para uso medicinal.
En el 350 AC, Hipócrates, el padre de la medicina moderna, fue el primero en dar detalle delos beneficios del uso de agua de mar para curar diversas dolencias. Él animó a sus compañeros para sumergir los pacientes con dolores musculares y artritis en el agua de mar, y le dio resultado.
Con el tiempo se perdió la técnica y el uso de la palabra, pero en 1791, el Dr. Richard Russell fue el primero en documentar los beneficios médicos del agua de mar como instrumento terapéutico. Poco después, el primer centro de talasoterapia oficial fue creado en su natal Gran Bretaña. Considerado como un «hospital de mar,» vino gente de todas partes de la isla, con la esperanza de curar la artritis o la fatiga y experimentar la nueva í¢â‚¬Å“medicinaí¢â‚¬Â. Un movimiento moderno nació.
Durante los próximos cientos de años, los médicos y científicos comenzaron a estudiar qué era lo que es lo que el agua de mar tiene para ayudar a tratar diferentes dolencias. Más de sesenta oligoelementos, minerales y vitaminas que nuestro cuerpo necesita se encuentran en el agua de mar. Durante este tiempo, muchas personas tenían niveles bajos o inexistentes de cobre, yodo, zinc y hierro. Lo más sorprendente para los investigadores, sin embargo, fue que las algas contenían hasta 100.000 veces más de estas vitaminas y minerales que el agua de mar.