El mes pasado los talibanes anunciaron su oposición a la vacunación contra la polio en algunas regiones tribales de Pakistán fronterizas con Afganistán, lo que ponía en riesgo directo a cerca de 250.000 niños.
Tanto las autoridades locales como las agencias internacionales se mostraron entonces muy alarmadas por la iniciativa talibán de usar la vacunación contra la polio como parte de su guerra contra Occidente y las fuerzas de seguridad paquistaníes.
Los islamistas radicales prohíben a los padres en amplias partes de Pakistán que vacunen a sus hijos contra la poliomielitis, también conocida como parálisis infantil. La enfermedad se da por erradicada en casi todo el mundo y sólo en Nigeria, Afganistán y Pakistán se siguen reportando casos de forma regular.
Para los islamistas es una forma de protesta contra los ataques de aviones no tripulados estadounidenses. En la región, los talibanes con conexiones con Al Qaeda mantienen un férreo control sospechan que tras los cooperantes encargados de las vacunas se ocultan espías o algo peor.
La prohibición ha puesto en peligro a cientos de miles de niños, advierten las autoridades sanitarias, que se muestran impotentes.
«Más de 200.000 niños están sin vacunar«, afirma Mazhar Nisar, de la oficina de observación de la polio del gobierno. «Ello convierte a los niños en vulnerables». Las infecciones de polio pueden agravarse y provocar parálisis permanente o incluso la muerte.
El líder miliciano islamista Hafiz Gul Bahadur, de Waziristán del Norte, fue uno de los primeros en prohibir las vacunas, alegando que espías disfrazados de sanitarios utilizaban las campañas de vacunación para espiar las zonas para posteriores ataques de aviones no tripulados.