Se trata de una contracción del músculo del cuello que impide su movimiento.
Normalmente es el esternocleidomastoideo el que sufre. El estres, el uso excesivo del ordenador, malas posturas trabajando, una mala posición al dormir, un mal movimiento, almohadas llenas de bultos, un accidente, ansiedad, exceso de ejercicio etc. Cualquier cosa puede provocarla y molestar e influir en el día a día de manera a veces muy dolorosa.
El común de los mortales ha sufrido alguna vez en su vida una tortícolis provocada por cualquiera de éstas cosas enumeradas, pero también se puede tener tortícolis ideopática, sin causas conocidas, o tortícolis espasmodica, que se da en determinadas crisis.
Una postura extraña de la cabeza, un movimiento limitado y, probablemente, cefaléas, son las consecuencias de esta contracción que se diagnostica de forma fácil y certera sin dificultad y que puede alargarse hasta semanas.
Para curarse lo más recomendable es ponerse calor en momentos alternos. Calor seco, las bolsas de la abuela o las duchas a presión de agua hirviendo pueden ser contraproducentes. Si no se dispone demanta eléctrica se puede utilizar un pañuelo, ponerlo debajo de la plancha un tiempo y colocárlo sobre el cuello hasta que se enfríe. Repetir varias veces durante no más de 20 minutos y descansar algunas horas.
Si con descanso y calor el dolor no remite se pueden utilizar relajantes musculares o antiinflamatorios. Recurrir a pequeños masajes solo de la mano de profesionales pues sino puede ser peor. Si finalmente se llega hasta un fisioterpeuta también puede aplicar ultrasonido como terapia.
Los medicamentos externos como algunas cremas no son muy eficaces si pasado el primer día sigue molestando con la misma intensidad. En los casos más extremos el médico puede terminar mandando el uso del collarín, pero no suele ser lo normal.
Es clave que en cuanto se recupera un poco la movilidad se empiecen a realizar ejercicios de estiramiento.