El desgarro muscular puede resultar una de las dolencias más notorias que podamos sufrir, dado que se trata de una rotura parcial o total de las fibras musculares, lo cual ocasiona fuertes trastornos.
Esta rotura suele darse por un fuerte impacto, lo que implica una lesión traumática. A su vez, no solamente las fibras musculares se ven afectadas, sino todo lo que rodea a ellas, como el tejido conjuntivo que está relacionado con los vasos sanguíneos.
Las causas más comunes que generan desgarros están vinculadas con la fatiga muscular o un esfuerzo muy intenso de los músculos, principalmente cuando la práctica del deporte se torna muy intensa.
También hay otros detonantes, como el sedentarismo, dado que aquellas personas que no practican deportes con asiduidad y de pronto se ven haciéndolo, el esfuerzo físico puede resultar notable y se encuentran que deben afrontarlo con sus fibras musculares debilitadas.
También el traumatismo, el golpe, es una de las causas más frecuentes de los desgarros, principalmente en los deportes de contacto físico. La desnutrición se suma a esta lista, ya que debilita la capacidad contráctil de las fibras musculares.
La lista continua con una mala circulación sanguínea, tanto de índole venosa como arterial, lo que ocasiona que el músculo no reciba suficiente flujo sanguíneo durante el entrenamiento o práctica deportiva. Esto hace que las sustancias de deshecho no queden eliminadas adecuadamente en la sangre, ocasionando la probable oxidación muscular.
También ciertas enfermedades, tales como la diabetes pueden generar desgarros. Y por supuesto, la mala preparación muscular, la falta de calentamiento previo y la elongación, son factores notables que llevan a padecer este tipo de lesión.
El tratamiento fisioterapéutico más apropiado para tratar los desgarros es la terapia que se conoce como RICE (que surge del inglés, rest, ice, compression, elevation). En definitiva, procura que el músculo repose, que lleve una aplicación de hielo a fin de desinflamar la zona, comprima la lesión y a su vez, eleve al miembro afectado.
No hay una duración estipulada para cada una de las etapas, y esto es porque dependerá del grado de la lesión. Hay que tener presente que el tiempo aproximado de recuperación de un desgarro va a depender entonces de la gravedad de éste, siendo de 8 a 10 días en el caso de un desgarro leve, de dos a tres semanas en el caso de un desgarro grado dos o moderado. Y para los desgarros graves, el tiempo de recuperación alcanza las tres semanas a un mes.
La movilización activa y paulatina del miembro afectado, siguiendo las pautas del profesional de la salud, será muy importante para que la recuperación se dé de forma natural y sana. Es por ello que resulta vital la consulta con un especialista a la hora de sufrir este tipo de lesiones, pues él sabrá exactamente qué es lo que se debe hacer a fin de que todo sane de la manera más rápida y efectiva.
No olvides que el reposo será una de las mejores medicinas que podrás aplicarle a tu lesión, pues entonces hazlo, y pronto estarás entrenando normalmente como tu deseas.