El sentimiento de soledad es uno de los más duros en cualquier etapa de la vida pero todavía más en la tercera edad. Por ley de vida, sumar años supone tener menos recursos personales para hacer frente a situaciones cotidianas.
Para una persona de más de 80 años la vida tiene un color distinto cuando tiene sus necesidades afectivas cubiertas, recibe cariño, compañía y reconocimiento. La abrazoterapia es fantástica.
El valor del contacto físico
Tener contacto físico es muy importante, por ello, gestos tan sencillos como mirar a los ojos de una persona mayor, darle besos con frecuencia, cogerle de la mano mientras le hablas, hacerle caricias por el brazo… son formas de hacer sentir a la otra persona que estás presente, a su lado y, por tanto, que es importante. Es una forma de decirle que su existencia tiene un valor fundamental para ti.
Muchas personas mayores que se sienten solas explican la soledad precisamente, por la parte de la ausencia de caricias físicas y emocionales. Llega un momento en el que el teléfono deja de sonar. Ese puede ser el inicio de la soledad del alma humana que busca el contacto con el otro.
En positivo, conviene destacar que en la mayoría de los casos, las personas que trabajan en residencias de ancianos son profesionales que además de tener competencias teóricas son muy cercanas y amables. Algo que los mayores necesitan.
Sumar calidad de vida
Pero además, otras rutinas como por ejemplo, tener una mascota también aporta compañía y bienestar emocional a quien comparte juegos y momentos divertidos con el animal que también es un estímulo para la socialización del anciano que sale a pasear con su mascota por los alrededores de su casa y recibe el feedback de otros paseantes.
La soledad es dañina y tenemos que cuidar muy bien de nosotros mismos para no convertirnos en sus víctimas. De lo contrario, el alma duele. Sin duda, envejecer con salud también implica recibir la medicina del cariño.
.